Personajes

Alfonso Diez

alfonso@codigodiez.mx

Las claves de Arráncame la Vida

 

La mayor parte de esta historia apareció en la columna “Personajes”, cuyo autor es el que esto escribe, en tres partes: el 12 de febrero, el 15 del mismo mes y el 23 de septiembre de 2008. Nuevos datos han servido para corregir algunos errores y ampliar lo publicado. El que escribe ha recibido solicitudes para publicar alguna de las columnas mencionadas en otros medios, que ha otorgado. Algunos más han tomado los textos sin permiso pero indicando el nombre de su autor, Alfonso Diez. Pero otros, los menos, han publicado partes íntegras, adjudicándose la autoría, llegando al grado de comenzar un artículo sobre el tema con el mismo párrafo utilizado originalmente e injertando otras líneas y párrafos textualmente, a medida que avanza el texto aludido, con añadidos personales generalmente erróneos.

Bárbara Margarita Richardi Romagnoli era el nombre del personaje real en el que está basado el de Catalina Guzmán, la figura central de la novela y ahora película Arráncame la Vida.

La realidad supera a la fantasía y tal fue el caso de Margarita Richardi, cuya línea vital recorrió una senda marcada por tal cantidad de vicisitudes que la novela de Ángeles Mastretta se queda verdaderamente corta.

Se casó con Maximino Ávila Camacho (Andrés Ascencio en Arráncame la Vida) en Guadalajara, Jalisco, no en Puebla, el 11 de agosto de 1930 y entonces tenía ya 22 años de edad. Nació en la ciudad de Gutiérrez Zamora, Veracruz y cuando se llevó al cabo la boda su padre, Donato Richardi (don Marcos en la novela), ya había fallecido. Estuvieron con ella en el enlace por lo civil su madre, Luisa Romagnoli y su hermano Luis. No hubo ceremonia religiosa porque Maximino ya se había casado por la iglesia 14 años antes, el 16 de agosto de 1916, con Natalia Binder Fernández (Eulalia en la novela, que muere de Tifo), ocho días antes de que él cumpliera 25 años de edad.

Sin embargo, el 11 de marzo de 1926 había nacido Gloria Ávila Richardi (Verania en la novela) en Saltillo, Coahuila, la primera hija del matrimonio, lo que significa que cuando se casaron ya tenían más de cinco años viviendo juntos. El segundo hijo, Maximino Eulogio, nació en Guadalajara el 28 de febrero de 1932.

A Maximino Eulogio le decían de cariño Chacho, pero en la novela Ángeles lo nombra Sergio y le dicen Checo, tomados, nombre y apodo, de un primo de ella que se llama Sergio Sánchez Guzmán, “El Checo”.

Catalina Guzmán es una tía de Ángeles. De ella tomó el nombre que le puso en la novela a Margarita Richardi y posteriormente también le puso Catalina a una de sus hijas.

La novela tiene medio centenar de personajes. Doña Herminia, la madre de Andrés Ascencio que vive y muere en Zacatlán, se llamaba en realidad Eufrosina y vivía en Teziutlán, Puebla, donde fue sepultada tras fallecer el 8 de noviembre de 1939 en el Hospital Francés de la Ciudad de México, cinco días después de que su hijo, Manuel Ávila Camacho, fuera proclamado candidato del PRM a la presidencia de México.

Manuel, quien por cierto nació el 24 de abril de 1896, en la novela es Rodolfo Campos “Fito” y aparece como hijo adoptivo de doña Herminia; en la película es el compadre de Andrés Ascencio a quien su mamá adoraba. La esposa de Rodolfo en la novela es Sofía, en la vida real Soledad Orozco. El rancho La Soledad, que fue de Manuel Ávila Camacho, cercano a Martínez de la Torre, lleva su nombre.

Martín Cienfuegos, el que iba a ser nominado como candidato a la presidencia por el partido de Andrés con el apoyo de Fito, era en realidad Miguel Alemán Valdés, secretario de Gobernación con el presidente Manuel Ávila Camacho y después Presidente de la República durante el período de 1946 a 1952.

Rafael Cordera, el líder sindical interpretado por Rafael Sánchez Navarro en la película, está basado en la figura de Vicente Lombardo Toledano (1894-1968), quien fue secretario general de la CTM, fundador del Partido Popular, después Popular Socialista, director de la Universidad Obrera, oriundo de Teziutlán, igual que Maximino, pero era su enemigo político.

Los doctores Esparza y Téllez, médicos de cabecera de Andrés Ascencio (Daniel Giménez Cacho hace este papel en la película), eran Ricardo Campillo Bueno y José Larumbe, y acompañaron efectivamente a Maximino durante su última gira de trabajo a Atlixco, en la que sufrió dos infartos que determinaron el viaje de emergencia a su casa de Puebla, en Xonaca, la Quinta Chignautla, ubicada en el 1606 de la calle 22 Oriente, a la que llegó para fallecer a los pocos minutos.

Cuando Maximino falleció, el 17 de febrero de 1945, Margarita en realidad no estaba con él, asistía a una función en el Cine Chapultepec de la Ciudad de México y algunas estaciones radiodifusoras comenzaron a difundir un mensaje en el que pedían a ésta que se comunicara con urgencia a su casa porque había surgido una emergencia.

Enterada del suceso, se dirigió a su casa de las Lomas de Chapultepec y después a la residencia oficial del presidente Manuel Ávila Camacho, en Los Pinos, acompañada por su hijo Chacho y por las esposas de altos funcionarios para de este último lugar partir a la ciudad de Puebla en un vehículo, con sus cuñados Rafael y Manuel y la esposa de éste, seguidos por otros automóviles en los que viajaban Miguel Alemán; Elena Díaz Lombardo de Baz, esposa de Gustavo Baz, entonces secretario de Salubridad y Asistencia; Marte R. Gómez, secretario de Agricultura; Javier Rojo Gómez, regente del Distrito Federal y el mayor David Pérez Rulfo, director de Tránsito.

Al velorio en Puebla asistieron además personalidades como Mario Moreno “Cantinflas” y los toreros Silverio Pérez, Fermín Espinosa “Armillita” y Juan Silveti, además de los políticos más importantes de la época.

Lo mismo sucedió en Teziutlán, una multitud acompañó los restos de Maximino al panteón.

En la novela, Catalina Guzmán (Ana Claudia Talancón interpreta el papel en la película) tiene tres amantes, Pablo Aventura, amigo desde la escuela; Carlos Vives, director de la Orquesta Sinfónica (representado en la película por José María de Tavira); y Alonso Quijano, director de cine.

Sólo los dos primeros aparecen en el filme, pero el tercero realmente existió, era productor y director de cine y al morir Maximino se casó con Margarita, se llamaba Jorge Vélez y sufrió dos atentados contra su vida. En el segundo iba acompañado por Margarita y por la cuñada de ésta. Uno de los hijos de Maximino quiso matarlos a ella y a Vélez en la Ciudad de México cuando se dirigían al aeropuerto para ir a Roma (vía Nueva York) a casarse por la iglesia. Richardi y Vélez quedaron heridos (Vélez por segunda ocasión en 60 días) y Teresa Bonfilgli de Richardi, cuñada de Margarita que los acompañaba, falleció en el atentado. Interrogado Luis Ávila Binder (Octavio en la novela), el hijo de Maximino acusado como autor del atentado por la policía, declaró que Margarita se había adueñado de la fortuna de 25 millones (sin aclarar si pesos o dólares, pero la cifra real era muy superior) de Ávila Camacho sin hacer la repartición correspondiente. Otros participantes en el atentado fueron Juan Cañedo (Hugo Olvera Villafaña) y Manuel Prieto Crespo, que con el tiempo aparecerían al lado del "Negro" Durazo. La historia completa da material para otro libro. Otro implicado sería Gabriel Ávila Camacho, hermano de Maximino.

Llaman la atención muchas cosas alrededor del atentado contra Margarita: Hugo Olvera era el esposo de la hija de Margarita, Gloria, y a la fecha (por lo menos hasta hace unos meses) vive en un rancho cercano a San Juan del Río, Querétaro, donde se dedica a comerciar con caballos. Fue conocido hace años como torero y fue también esposo de Dolores Olmedo, la musa de Diego Rivera fallecida hace poco. ¿Sabía Gloria con anticipación del atentado?

Manuel Prieto Crespo, por su parte, fue esposo de una de las hijas de Maximino, a las que éste llevó a vivir con Margarita para que ella se encargara de criarlas: Adriana, (hija de Felisa Cazasa) madre de Juan Rafael Moro Ávila, preso todavía acusado del asesinato del periodista Manuel Buendía. ¿Sabía Adriana del atentado antes de que se realizara?

El caso de Juan Rafael, a quien el que esto escribe entrevistó en el reclusorio y de su madre, Adriana, a quien decían “La Nena”, casada los últimos años de su vida con un editor, merecen reseña aparte y la tendrán, con el anexo de las entrevistas con la hija de Maximino.

Toña Peregrino es, obviamente, Toña La Negra y el personaje de Emilio Alatriste está basado en la figura de Rómulo O’Farril Jr., quien fue dueño del periódico Novedades y socio de los Azcárraga y los Alemán en Televisa. En la película le llaman Memito.

Lilia, la hija de Catalina Guzmán que se va en el Ferrari contra los deseos de su nuevo esposo, Emilio Alatriste, es Hilda Ávila (en la película, el papel lo interpreta Camila Sodi), hija también de Felisa Cazasa y hermana de Adriana y de Heldiza, esta última, por cierto, vive todavía (casada con David López Ávila) al igual que Alicia Antonieta, quien se casó con Justo F. Fernández y a la fecha vive en Jalapa dedicada a obras de caridad. Justo es conocido por haber sido el propietario del Hipódromo de las Américas en la Ciudad de México, del Fraccionamiento Las Ánimas, en Jalapa y de la fábrica de Café Oro.

Hay un detalle que vale la pena mencionar: El segundo apellido de Rómulo O'Farril, era Naude. Su mamá, Lola, era hermana de Juan Naude Córdoba, dueño de haciendas y negocios por el rumbo de Perote, Veracruz. Juan Naude tuvo un hijo al que no reconoció y al que la mamá le puso Juan y el apellido del padrastro, Moro. Fue éste quien se casó con Adriana, la madre de Juan Rafael Moro Ávila, así que Juan Rafael, nieto de Juan Naude, era sobrino directo de Rómulo O`Farril por el lado de su padre y sobrino político por el lado de su madre y se debería de llamar en realidad Juan Rafael Naude Ávila.

Un caso aparte es el de otra de las hijas de Maximino, llamada Pastora, cuya madre fue la cantante de flamenco Conchita Martínez. Pastora se ocupó de cuidar a sus hermanitos al morir su madre, en 1963, y uno de ellos es el cantante Emmanuel, quien nació en 1955, diez años después de la muerte de Maximino, tras la unión de su madre con el torero Raúl Acha Sáez “Rovira”.

Heiss, el socio gringo de Andrés Ascencio, era en realidad William Jenkins (socio efectivamente de Maximino), cónsul en México y dueño al morir de una inmensa fortuna que dicen quedó en poder de Gabriel Alarcón y de Manuel Espinoza Yglesias, poseedores, en su momento, el primero de una cadena de cines y del periódico El Heraldo y el segundo de Bancomer. Jenkins se hizo famoso, entre otras cosas, por fingir un secuestro que fue autosecuestro, según todas las fuentes, incluido el libro de Rafael Ruiz Harrell.

La señora que le da el té mortal de limón verde a Catalina Guzmán, que ésta le administra a Andrés Ascencio y le provoca la muerte, en la novela se llama Carmela Velásquez y es viuda debido a que Ascencio manda asesinar a su marido; en la película se trata de una adivina a la que interpreta Isela Vega. Ninguna de las dos tiene referente en la vida real.

Margarita Richardi murió en la miseria, ya nonagenaria, hace cerca de ocho años. Sus últimos años los pasó junto a Gloria “Goyita”, su hija. Vivían en casas de huéspedes. El Batán, la finca que Maximino tenía en San Jerónimo y Periférico, se les quedó a ellas y la vendieron a Dolores Olmedo, quien pagó por la misma veinte millones de pesos que dilapidó el yerno, Hugo Olvera Villafaña (Juan Cañedo), a quien por lo visto perdonaron tras el atentado contra Margarita, porque Gloria, su esposa, lo adoraba, lo iba a ver a Peña de Bernal, Querétaro (donde se escondía prófugo de la justicia por haber asaltado la casa de Ramón Beteta) y le preparaba la comida.

Ya no había automóviles ni choferes. Cuando uno de los nietos de Margarita, Enrique, hijo de Hugo y Goyita, se casó en Peña de Bernal, la vieron llegar en un autobús de pasajeros. En sus últimos años, alguien la reconoció en el Sanborn`s del centro de la ciudad de Puebla, ya anciana, mal de salud, y sólo comentó: “Caray, lo que es la vida, doña Margarita fue dueña y señora de vidas y haciendas y hoy no la recibe ni el gerente de una sucursal del Banco de Comercio”.

A Maximino Ávila Richardi, El Chacho, su otro hijo, el más pequeño de los hijos de Maximino Ávila Camacho, le dieron su parte de la herencia, alrededor de siete millones, y se fue a vivir a Puebla. Regresó al Distrito Federal para vivir en una casa ubicada en la calle de Lava, que colindaba en la zona de la alberca con la del expresidente Gustavo Díaz Ordaz. Murió hace diez años, en Metepec, cerca de Toluca, a los 55 de edad, mientras se daba un baño.

Tuvo cuatro hijos con una norteamericana llamada Bárbara: Maximino (Maxi), que era el mayor; dos niñas y otro niño al que le pusieron Bruno. Tras el divorcio, Bárbara se llevó a las niñas a Estados Unidos y le dejó a El Chacho a los niños, pero el primero murió muy joven.

Maxi, magnífica persona por cierto, la llevaba bien con su tía Adriana y el hijo de ésta, Juan Rafael, y fue quien introdujo al que escribe esta historia al reclusorio para que se pudiera efectuar la entrevista periodística mencionada antes.

Un segundo matrimonio de El Chacho fue con una alemana de cabellera rubia y muy alta. Duró poco tiempo.

En fin, decíamos que la realidad supera a la fantasía y muchas veces se confunde con ésta o se funde para configurar otra realidad. Ian Fleming, el autor de las novelas de James Bond, decía en una de ellas que “sólo se vive dos veces, una en la realidad y otra en los sueños” y habría que añadir a la fabrica de ilusiones llamada cinematografía, junto con las novelas, en un punto medio porque a veces son realidad y otras son sueños o se funden para trazar Arráncame la Vida.

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